LA VIRGEN DE LA ALTAGRACIA Y LOS DOMINICANOS

Risoris Silvestre/Soraya Aracena/Luis Pereyra

El entusiasmo religioso en los pueblos de América, llegó desde los albores del descubrimiento. La pasión por el culto a la Virgen de la Altagracia fue hincado con los hermanos Antonio y Alonso Trejos en 1514, asentados en la Villa de Salvaleón de Higuey quienes según la historia, trajeron de Espa?a una imagen de la Virgen de la Altagracia.

De acuerdo a la leyenda la imagen de la Virgen de la Altagracia le fue dada por un anciano, de manera casi milagrosa, a un padre para su hija, que le había pedido se la trajera de la Capital. La Imagen desapareció de la casa y se apareció en un naranjo. La retornaron a la casa, repitiéndose este hecho varias veces, motivando la construcción de un templo en piedra en 1572 donde fue trasladada. Este templo llamado San Dionisio, actualmente se le nombra Santuario Antiguo, fue construido en mampostería por el canónigo don Alonso de Pe?a y el mayordomo don Simón Bolívar, emparentado con el Libertador de América del Sur.

Recientemente el fervor religioso del pueblo dominicano por la Virgen de la Altagracia y ante la afluencia de personas cada 21 de enero a celebrar la festividad mariana, motivó al Estado Dominicano a construir una imponente obra de arquitectura, La Basílica de la Altagracia que fue inaugurada en 1971 y consagrada en 1972.

Esta fecha está dedicada a la devoción Altagraciana en casi todo el país, centrándose las festividades más importantes en Higuey, en torno a ambos santuarios. El culto mariano se inicia en la Basílica, nueve días antes del 21 de enero, con misas y otras actividades religiosas.

Durante la solemnidad mística desfilan para besar la Santa Imagen y ofrecer sus promesas alrededor de seiscientas mil personas quienes se postran de hinojos ante el cuadro venerado de la Milagrosa Virgen. Los devotos se desplazan de varias maneras, algunos a pie, sin zapatos, venciendo el duro asfalto, otros arrodillados o vestidos de blanco como promesa a la Virgen, por haberle concedido una “gracia” o favor, muchos a llevarle sus exvotos. En los alrededores de la iglesia los peregrinos duermen en el asfalto, durante los nueve días de culto, como parte de las promesas.

Otra de las tradiciones, producto del sincretismo que caracteriza la religión popular, son los palos o atabales, heredados de los antiguos africanos que se tocan en las afueras de la iglesia para honrar la Virgen. Fuera del templo religioso, se venden toda clase de objetos alegóricos al culto como velas y estampas. Cada 21 de enero asiste a los festejos religiosos Altagracianos el Presidente de la República.

Otros Atractivos

Como atractivo gastronomico en la región puede encontrar, en los alrededores de la Basílica, el tradicional dulce de leche. Si se llega a la Otra Banda, poblado cercano a Higuey, disfrutará de una variedad de dulces como: Dulce de coco nuevo, chicharrón de leche y bu?uelos.

Para disfrutar de todos los atractivos culturales de la región, en su camino a Higuey, desviándose hacia Boca de Yuma, a 8 kilómetros, en el poblado de San Rafael del Yuma puede visitar el Museo Casa fuerte Juan Ponce de León. Este museo está ubicado en la casa de Juan Ponce de León, conquistador de Puerto Rico y descubridor de Florida. Posee piezas relacionadas con la vida de este importante personaje que llegó a la isla junto a Ovando y fue encomendado de la conquista de Puerto Rico en 1508.

Religiosidad Popular: Villa Mella

La comunidad de “Mata los Indios”, pertenece al poblado de Villa Mella y enclave de la Cofradía de los Congos del Espíritu Santo, declarada por la UNESCO en el 2002, como Patrimonio Intangible de la Humanidad. Los veintiuno de enero de cada a?o, se realizan una serie de actividades incluyendo la parte religiosa y festiva en honor a la Patrona del pueblo dominicano.

Como en otras localidades del país la celebración es antecedida por un novenario, en el que cada noche las mujeres, hermanadas por la Virgen, rezan y cantan las salves, atabales y palos, algunos con temas religiosos y otros sobre los problemas cotidianos de la comunidad.

Los cofrades colocan en el patio de una de las casas cercanas a la capilla una enramada, en la que interpretan y bailan sus congos acompa?ados por jóvenes, ni?os y adultos. Los preparativos para la fiesta se inician desde la ma?ana con una procesión en la que desfilan por la comunidad adultos y ni?os vestidos como reyes y reinas portando santos y banderas, rememorando sin proponérselo, las antiguas cofradías o asociaciones que tuvieron su origen en la ciudad de Sevilla, Espa?a.

Los organizadores de la fiesta preparan, en una rustica cocina, la comida que repartirán a los presentes la que identifica el lugar: arroz cocido a la le?a y hervido en leche de coco, acompa?ado de un pedazo de carne de cerdo. Dicha fiesta termina a las seis de la tarde, hora en que retornan a sus casas con la satisfacción de haber cumplido con la Virgen.